UN SABROSO Y BUEN DANZÓN

Su raíz nos lleva hasta Inglaterra, a la danza del campo, pasando por Francia en el siglo XVII, tiempo después, las cadenas de la esclavitud llegaron a Cuba con la danza y los grilletes y fué el 1 de enero de 1879 cuando en el Liceo de Matanzas se entonó el primer danzón, Miguel Faílde, había dado vida al ritmo, cadencia y tradición.

En la década de los treintas llega a México, entraron migrantes cubanos por la Península de Yucatán, trayendo consigo el danzón; es cierto, en Cuba se parió, pero aquí en nuestra tierra se acogió, se le ha alimentado en plazas, salones de baile y en los corazones de innumerables bailarines que se congregan a los pies de los músicos , prestos para ejecutar el “columpio”, “cuadro” o “lateral” , los pasos del danzón, dónde lo más importante es tomar a la pareja, con decisión, con firmeza, dejarse llevar, gozar y sentir.

Todos los sábados en punto de las 11:00 horas el metro Balderas y sus alrededores comienzan a recibir los pasos presurosos vestidos de charol, zapatillas brillantes y de múltiples colores, las medias caladas acarician las piernas torneadas, los sombreros con plumas desfilan por las calles, la estatua de José María Morelos los ha visto pasar durante 20 años. Fué en 1996 cuando la nostalgia y la cultura popular tomaron la Ciudadela para ejecutar sus mejores pasos, vestir con gallardía sus trajes de pachuco, los vestidos hermosos de salón, así como lo hacían en el Salón Los Ángeles, El Savoy, El California Dancing Club o el mismísimo Smyrna propiedad de Antonieta Rivas Mercado, cabaret de moral muy ligera y de gran diversión, testigo de memorables noches de Salvador Novo, políticos y jornaleros, ubicado en terrenos de la Décima Musa, en San Jerónimo, formando parte ahora de la afamada Universidad del Claustro de Sor Juana.

Cada fin de semana, la plaza del danzón recibe a sus visitantes, sin importar la edad, uno puede acceder a ese mundo, dónde tarde o temprano la música invade el cuerpo, llega al corazón y comienza a mover los pies, por $20 o $50 se aprende a amar, a seducir, a saborear, cada nota, cada movimiento lento, tan lento dónde la cadencia se funde con la sutileza de los pies, se baila en el área equivalente a una moneda de un centavo, así se juntan los cuerpos, se sacrifica la prisa, la velocidad por el estilo y la pasión. Cualquier interesado puede acudir, con certeza encontrará maestros que los enseñen a bailar cerrado, floreado y con mucho sabor.

Nereidas… sus notas nos llevan al recuerdo, a la memoria, ícono del danzón, surgió entre los cielos y la tierra oaxaqueña el 15 de abril de 1902, Amador Pérez Torres, trajo el regalo más significativo para todos aquellos que gustan de tomar a su pareja, girar suavemente acariciando al viento con su mujer, dibujan cuadros con los pies, descansan, ellas se abanican el rostro con los hermosos abanicos que cuelgan de sus muñecas, ellos, galanteando, sin perder su porte esperan que comience el compás de la siguiente melodía.

Así son los fines de semana en la Ciudadela, músicos, reinas y reyes de la pista nos comparten de su añoranza, tradición, sabor y libertad.

-Teresa Vaquero